La Radio

Hacia 1865 James Clerk Maxwell había escrito a modo de afirmación teórica: Es posible generar ondas electromagnéticas que se propaguen a la velocidad de la luz.

Dos décadas después, Heinrich Rudolf Hertz demostraba que era posible la radiación utilizando una corriente alterna de alto voltaje que generaba chispas entre dos bolas de metal: las chispas producían una radiación electromagnética que se detectaba mediante un aro con una abertura.

Heinrich R. Hertz llevó a cabo en 1886 las primeras transmisiones por radio. Al principio, poca cosa: enviar a unos cuantos metros una transferencia de energía en forma de chispa, ése fue el primer mensaje.

En 1894 una serie de investigadores se interesaron por los experimentos de las ondas hertzianas: el inglés Oliver Lodge y el ruso Alexander S.Popov, que el 24 de marzo de 1896 había transmitido por radio en Morse las primeras palabras.

Pero finalmente, el ingeniero eléctrico Guglielmo Marconi, nacido en Italia, sería el primero en encontrar a las teorías de Hertz una aplicación práctica: la radio. Por este motivo se considera a Marconi el inventor de la radio. Aunque es un hecho que crea gran controversia.

Lo primero que pensó e hizo fue aplicar la radio a las transmisiones marítimas, y en 1897 envió a treinta kilómetros de distancia una señal que fue recibida por un remolcador.
Pocos años más tarde muchos buques navegaban equipados con el transmisor inalámbrico de Marconi, que era de hecho una radio, aunque el mensaje fuera codificado en Morse.


La radio galena



En 1910 las investigaciones de los norteamericanos Henry H.C. Dunwoody y Greenleaf Whittier Pickard desembocaron en el invento de la radio de galena, primer aparato de radio de la Historia.

La galena, cristal de sulfuro de plomo, asociado con otros elementos simples hizo posible que muchos aficionados pudieran construir sus propios aparatos de radio.

Todavía no era posible cambiar el dial porque el primer receptor con cambio de frecuencia, el superheterodino, fue idea del judío francés Lucien Lévy, que en 1917 consiguió que con sólo girar un botón se pudieran buscar las distintas emisoras de radio, a la sazón muy escasas.

Se facilitaba asimismo el ajuste de la audición. La radio era todavía cosa de unos cuantos locos solitarios, en parte porque no resultaba posible transportarla de un lugar a otro, lo que sí se pudo hacer en 1922 con el invento del operadio, del norteamericano John M. Stone.

Era la primera radio portátil de la historia…, pero claro, era necesario ser fuerte y rico ya que pesaba diez kilos y costaba ciento ochenta dólares.




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